Decía José Saramago, el Nóbel de Literatura:
“La felicidad, sépalo lector, tiene muchos rostros. Viajar es, probablemente, uno de ellos. Entregue sus flores a quien sepa cuidar de ellas, y empiece. O reempiece. Ningún viaje es definitivo.”
Viajar es, en efecto, uno de los rostros de la felicidad y nosotros somos responsables de ese cometido para con nuestros clientes.
Hace tiempo leí en una entrevista a una especialista en productos y servicios de lujo, en la que el periodista le preguntaba:
– ¿Qué es el lujo para usted?
– Para mí es recorrer y caminar, por ejemplo, por el Fish River Canyon, en Namibia, pues está lejos de todo, tiene un aire muy puro y es un lugar protegido de la televisión, internet, prensa y móviles. Es como estar en otro planeta. Para mí es el ‘summum’ del lujo.
Las cosas han cambiado un poco y ya tenemos internet y cobertura de móvil casi en cualquier lugar del planeta pero, para nosotros, esta definición entra dentro de nuestra filosofía. Más que el lujo formal de mármoles y diseños espectaculares, nuestro lujo está más cerca de ofrecer entornos únicos, en alojamientos que sepan envolvernos en esa aura de la magia de cada lugar y en experiencias deslumbrantes que difícilmente podamos olvidar.
También está en saber seleccionar aquellos alojamientos que saben unir refinamiento, relajación formal y, sobre todo, conciencia de sostenibilidad, que sean activos defensores de la ecología, la economía circular, el apoyo a las comunidades locales, al comercio de cercanía. En fin, que sientan el turismo como lo sentimos nosotros, más humano, en el mejor sentido de la expresión.
Nosotros somos unos afortunados, trabajamos en lo que nos apasiona, “pateamos” literalmente el mundo para conocer de primera mano los lugares a los que después enviamos a nuestros clientes, para saber qué ofrecerles y qué no ofrecerles, para indicarles a qué alojamientos pensamos que debería ir y a qué otros no, para aconsejarles qué oculto rincón visitar. Y esto nos da una gran ventaja, el saber adelantarnos a lo que creemos será el mejor viaje de lujo para los que nos eligen.
Ya sabe, entregue sus flores a quien sepa cuidar de ellas, y empiece. O reempiece. Ningún viaje es definitivo.
Fernando Román Martín
Director Tarannà Luxury Travel
